Reflexiones del señor Fernando Quiroga, Director de Cultura de la Municipalidad de Coronel Rosales

No ajeno a la sorpresa, sentí un enorme orgullo y por qué no una notable curiosidad cuando de la mano de Norberto Arévalo, surgió la posibilidad de presentar esta perla literaria que hoy nos convoca. Ávido de nuevas quimeras, decidí (de alguna manera me atreví) a bucear, si se me permite el recurso estilístico, en la obra de Don Héctor Negri. Encontré una prosa refinada y ecléctica, a la que el autor invita a que coquetee con el costumbrismo, el naturalismo, el humor impredecible, lo bizarro, algunos elementos de lo grotesco y hasta con la fantástico. Sin dudas, y apenas al leer las primeras líneas, de Extrañas Historias, relatos en 100 palabras, nos damos cuenta que Don Héctor Negri es un gran escritor, un escritor que cautiva, que invita a ser leído con fruición.

Al igual que Borges, no solo brilla por la calidad de lo que dice, sino por lo que no dice, logrando que, necesariamente el lector (o si me permiten el espectador de las tramas) complete los desenlaces, las ulteriores situaciones vaya a saber cuáles fueran estas, de acuerdo a cada individuo, a cada concepción del universo.

Negri es prolijo, meticuloso, pero sin perder condición de casual, a veces hasta inefable en apreciaciones que definen, sorpresivamente, proyecciones determinantes. Es simple, sin embargo su prosa no escatima en profundidades. Prolífico en búsquedas con norte concreto, no atiza la pluma sin saber adonde va a llegar. Lo extraño antes de tomar cuerpo de inverosímil se define como bizarro y a veces, hasta cómico. Vale el ejemplo del cuento Choques, uno de mis favoritos.

El hombre que chocaba autos había comprado una poderosa camioneta y reforzado los paragolpes delanteros.
Con ella chocaba autos.
Lo hacía a pedido de sus propios conductores.
Se trataba por lo común de personas que querían suicidarse, pero que no se atrevían.
Comerciantes al borde de la quiebra, adolescentes contrariados por un fracaso amoroso, estudiantes que habían desaprobado un examen.
Cuando sus autos eran chocados, el golpe los hacía reflexionar y continuaban viviendo.
Un día el hombre que chocaba autos calculó mal la velocidad y murió por efecto del fuerte impacto.
Desde entonces, en el pueblo han aumentado los suicidios.

Los géneros en literatura, como así también en otros mundos del arte, no son más que compartimentos estancos, anaqueles en la racionalidad codificante, ajenos, absolutamente al sentir del artista. El hombre, en este caso el autor literario, en su enorme e infinita capacidad de crear, va redefiniendo destinos al respecto; concebir ciertos pasajes de literatura de la presente obra como Realismo Mágico sin dudas haría justicia a su realización, ya que en muchas oportunidades nos refiere al género latinoamericano acuñado por el querido Gabo García Márquez, sin embargo, no es menester considerar a esta obra en particular Extrañas Historias... como algo mucho más ambicioso que el género al que hacemos alusión. Quiero compartir el cuento Cuadros surrealistas.

La llegada de un profesor que enseñaba a hacer cuadros alteró nuestra vida pueblerina.
Instalada su escuela, varios adolescentes se le acercaron.
Y pasado un tiempo, hicieron una exposición mostrando sus obras de arte.
La experiencia fue desastrosa.
En los cuadros aparecían nuestras casas quebradas, ventanas y puertas torcidas y pedazos de mampostería rodando.
Es hipersurrealismo, decía el maestro.
Como éramos amigos, alabamos la pintura. Pero nos parecía horrorosa.
Hasta la noche de la terrible tormenta, que dejó a las casas como en los cuadros.

Mientras llorábamos la destrucción del pueblo, el maestro orgulloso repetía: la naturaleza imita al arte.

Los postulados de libre creador de este autor, tienen cuna en una educación formal y metódica, sin dudas, herencia de su padre, y recrean un campo de acciones humanas concretas y regulares, a la vez, notablemente impredecibles. Lo insólito, lo genial, lo socialmente observable a través de la sutil ironía, tienen balcones alquilados, en las líneas de su relato. Así como Convertidor de palabras.

El convertidor de palabras se inventó para evitar conflictos domésticos.
Un día, marido y mujer, por motivos cotidianos, discuten.
Las palabras suben de tono: en cierto momento la pelea es inevitable...
Allí el convertidor, activado automáticamente, dulcifica voces y palabras, volviéndolas llenas de comprensión y amor.
Pareciera que hablan ellos. Pero no: es el convertidor quien habla por ellos.
Y tan convincentemente, que ni uno ni otro advierte la sustitución: encantados, se abrazan y perdonan.
Existe un proyecto de llevar su funcionamiento a las relaciones internacionales.
Pero hasta hoy, no se ha podido superar el veto de las grandes potencias.

Cuando comencé a leer este libro, ponderé en primer orden lo descriptivo del título, absolutamente enunciativo, universalizando ideas inclusivas; pulsiones de una mente viralizadas en otras... ¿quién no se deja llevar por la neblina mística de un "extraño relato"? la seducción de esa apelación es más que certera. Todos queremos escuchar extraños relatos...la idea de las 100 palabras, un autodesafío tan artero como convocante, realza el destino de este producto literario, uno que, sin lugar a especulaciones, merece ser leído por todos.

Faulkner nunca salió de su pueblo para escribir, y sin embargo retrató al mundo; Negri, por demás cosmopolita, habiendo conocido el mundo, no dudó, con excelsa calidad, en pintar las beldades intransferibles de un maravilloso pueblo...

Sin dudas, Héctor Negri es un rapsoda de su tiempo, su vasta experiencia en relaciones humanas, su humor sagaz, su sabia perspectiva del mundo están presentes en su obra; una secuela ingobernable de lo que somos se extiende en lo que nace en cada uno de nosotros...en mi condición de Director de Cultura, pero más que nada de consumidor de sentires, me enorgullece no solo presentar este libro oficialmente en el distrito, sino haber tenido la oportunidad de acceder a él, palparlo, ser parte de sus interjecciones sugeridas y de sus reflexiones sin vueltas.

En la medida que la literatura siga siendo una herramienta felizmente fatal en nuestra vertebralidad social, será posible el progreso...y si será posible, como está tan acostumbrado a escuchar el doctor, sin dudas, será justicia...